La primera vez que lo oí pensé que era una broma. Una ocurrencia pasajera que se esfumaría como se esfumó, a Dios gracias, la pesadilla olímpica.
Pero no. Resulta que estos ingeniosos se han tomado en serio a sí mismos –y a los demás nos han tomado por idiotas. “La marca España”, lo han llamado. Y hasta un logo se han hecho, los tíos.
¿Para qué sirven las marcas?
Para vender productos.
Así que, por decisión gubernativa, España entera está en venta. Aprovechen las ofertas que estamos de rebajas, o mejor aún, de saldo: todo a 1 euro.
“La huelga de basuras perjudica la marca España”, les oigo decir. Y se hacen ayes y oyes en ridículas tertulias de “patriotas” contra quienes protestan y resisten la explotación laboral, la corrupción política, la indefensión jurídica y la depresión social en la que estamos enfangados.
Suponiendo que en España existiera un mínimo de verdadero patriotismo, entendido éste como cierto orgullo de pertenecer a una tierra y amor sincero por los hombres y mujeres que en ella habitan, a los promotores de este cínico disparate se les ahorcaría sin miramientos en la Plaza de Oriente, por alta traición. Obviamente, no hay tal cosa, sino más bien la contraria.
No son el peor enemigo de España, como pregonan algunos furibundos voceros de la prensa, los independentistas catalanes, vascos o gallegos (¿quién en sus cabales no querría independizarse de esa horrísona cosa conocida como «la marca España”); no, sino que sus verdaderos enemigos son los grupos de intereses que gobiernan el régimen del 78, una red oligárquica tupida de estructuras políticas, empresariales, mediáticas y financieras organizadas de forma opaca y mafiosa, y dedicadas a esquilmar a la población y sus recursos para transferirlos, en forma de capital, a sus bolsillos particulares.
Quienes no dudan en vender a sus compatriotas al capital financiero internacional, y pretenden seguir haciéndolo, ante nuestras narices y a sabiendas, y quienes, si te opones a convertirte en cualquier cosa por dinero, a ofrecerte como puta vieja y barata por un puñado de dólares, ¡te llaman antipatriota y amigo de los terroristas!
Apaga y vámonos, señores, porque esto se ha acabado. Ocurre que el régimen del 78 está tan corrupto y podrido que ya no puede esconder sus miserias por más tiempo, y toda la basura y su hedor se desparraman por las calles de un Madrid enfermo, gran sumidero del Reino. Ocurre que, con esto de la “marca España”, le han clavado estocada certera en la cerviz a la vaquilla malherida que era España. Lo que queda es Ex-paña.