Desde la madrugada del 4 de febrero, a pesar del frío, un puñado de jóvenes hartos de la situación política y económica en España, de la corrupción enseñoreada (a la que el propio régimen no puede poner freno, por ser de carácter sistémico, como no nos cansaremos de repetir en este blog), decidieron quedarse en la Puerta del Sol, semi-acampados, y animar a todo el mundo a que se sume a su protesta simbólica. Dicen estar dispuestos a permanecer allí hasta que se produzca la dimisión en pleno del gobierno y su presidente, Mariano Rajoy.